La mente es el nombre más común del fenómeno emergente que es responsable del entendimiento, la capacidad de crear pensamientos, la creatividad, el aprendizaje, el raciocinio, la percepción, la emoción, la memoria, la imaginación y la voluntad, y otras habilidades cognitivas.
La mente integra diversas facultades del cerebro que permite reunir información, razonar y extraer conclusiones.
La mente tiene tres tipos de procesos: los conscientes, los inconscientes y los procedimentales. También abarca funciones no intelectuales, funciones afectivas. Estudios de laboratorio sugieren la idea de que la mente es un resultado de la actividad del cerebro, por poder localizar la actividad pensante del individuo en regiones concretas, tales como el hipocampo. Los neurólogos confirman que, al interaccionar las diferentes regiones, el individuo puede manifestar estados polarizados de su personalidad. Gracias a estos descubrimientos se ha podido avanzar enpsicofarmacología, por ejemplo en los denominados antidepresivos' que afectan la producción de la serotonina en el cerebro. Es todavía debatido si el uso ocasiona adicción y otros efectos negativos como la reprensión y marginalización de la función emocional de la persona.
Como objeto de estudio, la mente ha sido tratada por la psicología desde sus inicios, y su conceptualización está presente en casi todas las teorías psicológicas.
Uno de los problemas más apasionantes de
la Ciencia actual, y en especial de aquellas
de sus ramas que se dedican al estudio del
Ser Humano, es el de la estructura y función
de la Mente.
Como en todos los problemas, hay que
empezar por demostrar que existe, para
luego continuar por formularlos, explicarlos
y, si es posible, resolverlos.
Veamos el primer punto:
¿Existe el problema
de la mente?. Los avances extraordinarios
del pensamiento positivista del siglo
XIX, con las grandes revoluciones en
Física, en Biología, y en las demás Ciencias
de la Naturaleza, han potenciado posturas
radicales con respecto al problema de
la mente, tales como negarlo por completo,
cosa que harán los conductistas primitivos,
o quitarle importancia, como harán, sobre
todo, los estudiosos exclusivos de las neurociencias.
Los militantes del primer grupo
resumen su postura en la afirmación de que
lo que llamamos estados y procesos mentales
simplemente no existen, y que lo único
necesario para explicar totalmente el
fenómeno humano es la observación simple
de su comportamiento. El argumento
principal de la línea dura de conductismo,
que se inicia con Watson en los años 20, es
que la conducta de un organismo no tiene
causas mentales, sino que es la consecuencia
de o la respuesta a los estímulos
que recibe.
Este concepto ciertamente práctico desde
el punto de vista de la investigación experimental,
ha permitido avances notables
en la formulación de leyes que regulan las
relaciones causales entre estímulos y respuestas,
así como el desarrollo de técnicas
tan importantes en psicología animal como
el condicionamiento operante o instrumental.
Contrasta esta ideología con la experiencia
corriente de la gente normal, que acepta
la existencia de su mente como un dato obvio
de la realidad cotidiana. Todos sabemos
que pensamos, que sentimos, que queremos,
y todos consideramos, normalmente,
estas funciones como procesos, estados, o
manifestaciones mentales.
Es difícil, excepto en estados patológicos,
o en situaciones muy simples, adscribir
toda la conducta humana al circuito estímulo-respuesta,
sin contar con la intervención
de procesos selectivos.
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